Elecciones en Irak—No hay respuesta fácil para la izquierda norteamericana

OPINIÓN

George W. Bush no tiene la más mínima calificación para proclamar elecciones libres, ni en Irak ni en ninguna otra parte. La intimidación de votantes, la supresión y obstrucción del voto—estos son sus métodos característicos.

Más allá de nuestras fronteras, esta administración ha tratado varias veces de derrocar al presidente democráticamente elegido de Venezuela. Nuestra clase dominante tiene una larga y vergonzosa historia de injerencia en elecciones extranjeras, de derrocar a gobiernos elegidos y asesinar a jefes de estado elegidos y populares.

También tiene una feísima historia de ayudar a instalar y de apoyar a dictadores sangrientos — basta recordarles de Batista, Trujillo, Noriega, Pinochet, y a Saddam Hussein — y luego de deshacerse de ellos cuando se ponen demasiado “difíciles”.

Sería conveniente a Bush, a sus ideólogos del “nuevo siglo norteamericano” [de dominación global], y a sus patrocinadores petroleros corporativos, tener un gobierno servil en Irak que les entregaría la rica industria petrolera de aquel país, ahora industria estatal, al control corporativo norteamericano, además de proporcionarle a EEUU una retaguardia militar segura para proyectar su poder por todo el Medio Oriente y Asia Central. Es por eso que, por medio de sus mentiras, la administración nos llevó a una “guerra preventiva” ilegal.

Entendido esto, algunos en la izquierda norteamericana condenan a las elecciones del 30 de enero como fraude, ilegítimas bajo la ocupación extranjera. Es cierto que el pueblo iraquí odia profundamente a la sangrienta ocupación norteamericana. Algunos están boicoteando las elecciones. Con la ola de terror, muchos simplemente tienen miedo de votar. Sin embargo, aparentemente la mayoría de ellos están decididos a votar, aún a riesgo de sus vidas.

Una amplio gama de fuerzas políticas y sociales buscan los votos, con distintos puntos de vista para el futuro camino de Irak. Algunos están ligados a los intereses corporativos y gubernamentales norteamericanos. Pero muchos de ellos tienen otros programas: islamistas, kurdos, otros grupos étnicos, grupos seglares centristas, comunistas. Estos lo ven como un paso hacia una soberanía verdadera, un gobierno constitucional que exprese su voluntad, y un fin a la ocupación.

Hay que recordar que EEUU fue obligado a aceptar este proceso político. Para conseguir alguna clase de autorización de parte de la ONU para su ocupación ya establecida, la Casa Blanca tuvo que aceptar a un proceso político, terminándo el “mandato” a la ocupación el 31 de diciembre de este año. Y, por supuesto, Bush cuenta con tener a un gobierno iraquí que “invitaría” voluntariamente o por fuerza, a EEUU a quedarse más tiempo.

Es una situación contradictoria y compleja. Veremos en los próximos días y semanas si estas elecciones van a ayudar a las fuerzas democráticas y progresistas. Podemos estar seguro que EEUU está haciendo todo lo que pueda, abiertamente y encubiertamente, para asegurar un resultado favorable a Bush, o quizás ningún resultado determinado. En cualquier caso, el pueblo iraquí se enfrentará a las grandes luchas políticas que se acercan.

Algunos comentaristas progresistas se han reunido con los medios comerciales para pintar al pueblo iraquí como inocentes, sin sofisticación, sin ninguna iniciativa propia salvo, quizás, el fervor religioso. Esto me parece una actitud condescendiente . ¿Acaso nos creemos los únicos conscientes del papel del imperialismo norteamericano, o de las maquinaciones de esta administración? Además, si despreciamos a estas elecciones, ¿cual es nuestro mensaje? ¿Olvidarse de cualquier proceso político pacífico de masas? Desde nuestras casas cómodas, con agua potable y electricidad las 24 horas al día, ¿acaso vamos a decirles a los que están dispuestos a arriesgar a sus vidas para votar en estas elecciones que nosotros lo comprendemos mejor que ellos?

Los atacantes armados no han presentado ningún programa político. Atacan a las fuerzas militares norteamericanas, pero lanzan crecientes ataques contra iglesias, mesquitas, barrios chiitas, trabajadores. Líderes sindicales han sido torturados y asesinados. Parece que el pueblo iraquí rechaza a estas tácticas de manera contundente. Si quieren ofrecer información a la ocupación extranjera es otra cosa.

Muchos iraquíes creen que las fuerzas baathistas de Saadam Hussein son los responsables de mucho de esto. ¿Y quien tiene los mejores credenciales para reconocer a los baathistas? ¿Nosotros, los norteamericanos, que no hicimos mucho para ayudar a los que resistían a Hussein cuando estaba en el poder? ¿O bien, el sufrido pueblo iraquí, que ha vivido y respirado ese terror por 35 años? Yo creo que alguno de nosotros descontamos la maldad, el poder y las mañas de los baathistas, y la posibilidad que la administración Bush bien puede estar colaborando de alguna manera con ellos también. ¿Cómo y porqué es que “se esfumaron” sin más las fuerzas de Saddam Hussein? ¿Que clase de tratos estará confeccionando EEUU en este momento? ¿Quién es el inocente ahora?

Además, ¿es la lucha armada la única “verdadera” resistencia a la ocupación norteamericana? Los pueblos bajo ocupación extranjera tienen derecho de resistir, hasta empuñar las armas si es preciso. Pero los comunistas y los movimientos de clase trabajadora por todo el mundo siempre hemos visto a la lucha armada como último recurso. Creemos que hay que hacer todo esfuerzo en la lucha política, a unirles a las más amplias masas populares en un poderoso movimiento nacional, concentrado alrededor de la clase obrera. Esto es el principio que siguen los comunistas y sindicalistas de Irak.

“¡La resistencia la somos nosotros!” me dijo recientemente con gran pasión el vocero sindicalista iraquí Abdullah Muhsin. “Nosotros fuimos los que luchamos contra Saddam Hussein. Nosotros luchamos contra la guerra. Somos nosotros los que nos enfrentamos al FMI y a los esfuerzos para imponer programas neoliberales a Irak — no aquellos que asesinaron a 17 trabajadores el otro día en Mosul. Somos nosotros los que estamos construyento una sociedad civil en nuestro país”.

El terror contra civiles y rechazar las luchas democráticas de masas: ¿Es esto la cara de la lucha antiimperialista? Yo creo que tenemos que responder con un “NO” resonante. Eso es el imagen que la ultraderecha nos quiere tener. Si nosotros de izquierda lo aceptamos para nosotros mismos, jamás seremos un movimiento de masas, ni en EEUU ni en ninguna otra parte. Nuestra lucha por un mundo más humano, justo y pacífico solo tendrá éxito con una visión moral y una cara muy humana.

En este momento, la tarea número uno para los progresistas norteamericanos es oponernos a nuestro propio imperialismo, construyendo el más amplio movimiento posible para poner fin a la ocupación, regresar a nuestras tropas a casa, y mover a nuestra política extranjera hacia la paz y la justicia. Esto sería la mejor clase de solidaridad con el pueblo iraquí.

Susan Webb (suewebb@pww.org) es miembra de la Mesa Editorial del People’s Weekly World/Nuestro Mundo.