Locutores y políticos de derecha han estado hablando en contra del racismo. ¿Es que por fin han visto el error de su política? ¿Están criticando a otros derechistas o haciendo autocrítica por llamar la gripe porcina la “gripe mexicana”? ¿Es que ven que la política de derecha impacta peor a las comunidades minoritarias? No, eso no es lo que está pasando.
La derecha está atacando a la candidata al Tribunal Supremo, la jueza Sonia Sotomayor.
Entre los derechistas, tres sobresalen, los ex congresistas republicanos Tom Tancredo y Newt Gingrich y el locutor derechista de mayor audiencia Rush Limbaugh. Tildan a la jueza Sotomayor de racista porque ella se da cuenta que la experiencia de uno tiene un impacto en lo que uno piensa y hace. En un discurso en el 2001, Sotomayor dijo que espera que “una mujer latina sabia, con la riqueza de sus experiencias, muchas veces llegue a una mejor conclusión que un varón blanco que no halla vivido esa vida”.
Estas críticas de racismo, viniendo del sector político estadounidense que por años ha tildado al movimiento de derechos civiles como “subversivo”, que ataca a los inmigrantes como criminales, y como si fueran responsable por los males del país que hasta los culparon por la gripe porcina, y cuya política antipopular y a favor de las corporaciones que les causa daño a las minorías y las mujeres, son hipócritas y vacías. O peor, sus gritos de “racismo” es una táctica calculada a fomentar el temor y crear un ambiente racista y antimujer contra el nombramiento de Sotomayor y el gobierno de Obama.
No obstante, esta política de odio y división no está trabajando. La elección de un presidente afroestadounidenses lo subraya. Más prueba de que no trabaja son los sondeos que muestran apoyo mayoritario a favor de Sotomayor. Aunque no sea obvio a todos, debemos darnos cuenta de que la mayoría de los entrevistados en estos sondeos son norteamericanos blancos.
Como Sotomayor señaló en ese, ahora famoso, discurso del 2001, “el profesor Steven Carter de la Escuela de Derechos de Yale… [escribió] en cualquier grupo de seres humanos hay una diversidad de opiniones porque hay ambos, una diversidad de experiencia y pensamiento”.
Visto que tenemos un Tribunal Supremo en el cual las decisiones se toman a base de 5 a 4, esa “diversidad de opinión” que refleja la experiencia de una mujer latinoamericana de uno de los sectores más marginados de nuestra clase trabajadora es una voz que necesitamos en los fallos del Tribunal Supremo para el futuro del país.
La experiencia no es racista