Marinero rechaza guerra en Irak

En un caso que hace uno recordar la era de la guerra en Vietnam, el marinero Pablo Paredes dijo que no regresaría a Irak. El 6 de diciembre en San Diego, California, vestido con una camiseta negra que decía “Como un miembro del gabinete, renuncio”, Paredes, técnico de electrónica en la Marina de Guerra, rehusó subir a bordo de un buque de transporte en camino a Irak. “Yo no quiero ser parte de un buque que está llevando a tres mil infante de marina allá, sabiendo que 100 o más no regresarán”, él le dijo a reporteros. “Yo prefiero cumplir sentencia en una prisión militar que seis meses haciendo el trabajo sucio para una guerra que yo y muchos otros no apoyamos”.

Doce días después de rehusar embarcarse, Paredes se reportó a la base naval de San Diego, pero los oficiales de la Marina dijeron que lo consideraban un desertor. Él aplicó para ser considerado un objetor por conciencia. Mientras la Marina decide que hacer con él, fue asignado trabajo ligero.

Aunque su familia están “preocupados por su futuro”, dijo su hermano mayor, Víctor de 28 años, “nosotros lo apoyamos y estamos muy orgullosos”.

“Somos básicamente una familia norteamericana típica”, dijo Víctor Paredes. “Somos una familia inmigrante que escogió llamar este país nuestro hogar. Amamos los ideales, pero no apoyamos esta agresión”.

Su padre, un taxista, llegó a EEUU a los 17 años desde Ecuador. Su madre, una secretaria, vino de Puerto Rico. Pablo y Víctor se criaron en el Bronx, Nueva York. Pablo ingresó en la Marina a los 18. “Jamás en un millón de años me imaginaría yo que haríamos guerra contra alguien que no ha hecho nada contra nosotros”, él dice.

Su hermano Víctor nos dijo que cuando uno sale de una zona urbana pobre “las cosas no son las más fácil” para un joven con mucha energía. Los reclutadores agresivos militares “ofrecen opciones que parecen buena para un joven en un ambiente difícil”.

Pablo Paredes nunca se ha envuelto en la política. Pero mientras él empezó leer más, él empezó desarrollar “un sentido de humanidad”, un conocimiento de que “nosotros somos parte de una comunidad mundial”, dijo su hermano. Él entendió que tenía un compromiso con la Marina, pero buscó trabajo que él sentía era solo para la defensa.

Cuando volvió a EEUU el pasado otoño, después de tres años basado en Japón, él fue muy franco con los oficiales sobre lo que sentía y pidió trabajo no violento en tierra. Él no sabía nada sobre el proceso para ser “objetor por conciencia”. Ellos negaron su petición y recibió órdenes de desplegarse en el Golfo Pérsico. Al rehusar ir, Pablo tomó una posición de valor “en apoyo a la vida”, dijo su hermano.

Pablo dice que fue inspirado por Camilo Mejía, el soldado que se negó regresar a Irak, acusando a EEUU de cometer actos de tortura y otras violaciones de leyes internacionales. El Ejército rechazó la petición de objetor por conciencia y en vez lo acusaron de deserción. Él está cumpliendo un año de cárcel en el Fuerte Sill en Oklahoma.

Tod Ensign, del grupo Citizen Soldier, dice que los oficiales militares tildan de desertor a gente como Paredes Y Mejía y los pintan de “cobardes que abandonan a sus compañeros dejándolos morir” para que se vean mal.

El abogado de Paredes, Jeremy Warren, dijo que ellos están tratando de conseguir que la Marina los despidan como el castigo más mínimo. “Nunca fue su intención desertar. Él no tiene ningún problema con la Marina. Es la guerra”. El punto de vista de Paredes viene del “corazón”, Warren le dijo a Nuestro Mundo desde su bufete en San Diego. “Tenemos la esperanza que van a respetar su conciencia”.

Warren dijo que Paredes está recibiendo mucho apoyo “detrás de la puerta” de ex personal militar igual que militares activo. “Gente deben saber que cuando cualquier individuo hace lo que él está haciendo, representa a muchos otros”.

Lo que Paredes hizo “tomó mucho valor”, dijo su abogado. “Yo siento que es un honor representarlo”.

Mientras tanto, el soldado raso

Jeremy Hinzman de la División 82 de tropas Aerotransportadas del Ejército está esperando la decisión de Canadá si dejarlo quedarse o no como un refugiado. Hinzman, de 25 años, de Ciudad Rapid en Dakota del Sur, se alistó en 2001, atraído por la promesa de ayuda para pagar la matrícula en la universidad y el servicio público. Él tropezó con la sangrienta realidad durante el entrenamiento y en Afganistán. Ellos le negaron su aplicación como objetor por conciencia. Cuando regresó al Fuerte Bragg a fines del 2003, y supo que lo iban enviar a Irak, él y su esposa decidieron buscar refugio en Canadá con su pequeño hijo.

El abogado de Hinzman, Jeffry House, dice le negaron injustamente considerar a Hinzman como un objetor por conciencia en EEUU y que debe ser declarado un refugiado basado en las definiciones de las Convenciones de Ginebra. El mismo House es de Wisconsin y vino a Canadá hace 35 años como un refugiado contra el servicio militar obligatorio durante la era de Vietnam. Hoy su bufete en Toronto recibe a muchos estadounidenses en busca de una manera de salir de la guerra en Irak. Él está recibiendo hasta 150 correos electrónicos diario. Como una docena han aplicado como refugiados o lo están considerando. Lo que tienen en común, él le dijo a Nuestro Mundo, es la “idea que la guerra es falaz”.

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