Robo en la gasolinera

CHICAGO – Los automovilistas sufrieron un choque cuando el precio de la gasolina subió unos 40 centavos durante la semana pasada. El 23 de agosto, el galón de gasolina en Chicago costaba un promedio de $2,82, un aumento de casi un dólar desde hace un año, según datos de chicagogasprices.com. Alrededor de la nación, el precio promedio al consumidor para un galón de gasolina alcanzó a $2,50, un aumento de 39 por ciento sobre el precio de hace un año, $1,87.

Mientras llenaba el tanque de su camioneta en Rogers Park en la parte norte de Chicago, Walter Welch, residente del área, dijo que se queda más en su casa causa de los precios que están por el cielo. “Son más alto de lo que yo quisiera pagar”, dijo. “Ya no salgo tanto como antes”.

Pero quedarse en casa no ayudará en nada a Welch ni a otros norteamericanos este invierno, cuando también lleguen a las nubes el precio de la calefacción, dijo el ex comisionado de empresas de servicios públicos de California, Carl Wood. “Va estar tremendo este invierno”, dijo a Nuestro Mundo en una entrevista telefónica.

La razón tras el aumento desmedido en los precios, dicen Wood y otros, se encuentra en 1ª combinación de una creciente demanda mundial por el petróleo, y una manipulación estilo Enron por parte de las compañías petroleras y los especuladores que buscan aumentar sus ganancias hasta un máximo.

En un reporte publicado en marzo de 2004, el grupo Public Citizen [Ciudadano Público] acusó a cinco de las mayores empresas petroleras que operan en EEUU - ExxonMobil, ChevronTexaco, Conoco-Phillips, BP y Royal Dutch Shell - de dominar a la producción, refinación y distribución del petróleo y del gas. Estas usan su dominación para ahogar a la competencia y aumentar precios. Las ganancias de la ExxonMobil durante el segundo trimestre sobrepasaron a los 7,5 mil millones de dólares, un aumento de 32 por ciento y las ganancias más alta en toda la historia de la compañía. La ConocoPhillips sacó ganancias de 3,1 mil millones durante el mismo periodo, un salto de 51 por ciento. Las demás compañías petroleras se encuentran atiborradas de dinero de igual manera.

Los aumentos repentinos en el precio del petróleo “no tienen nada que ver con los acontecimientos reales”, ni domésticos ni internacionales, dijo a Nuestro Mundo Tyson Slocum, director de investigaciones del programa de energía de Public Citizen. “Tienen que ver con la cantidad de ganancias que quieren sacar las compañías petroleras”.

El reporte de Public Citizen, titulado “Fusiones corporativas, manipulación y

espejismos: Cómo las compañías petroleras mantienen los precios altos de gasolina, y porqué la Ley de Energía no ofrece remedio”, dice que esas cinco corporaciones ya controlan, más o menos, la mitad de la producción petrolera doméstica y de la capacidad de refinería nacional, y casi dos tercios de las ventas de gasolina al por menor. (Estas controlan un 14,2 por ciento de la producción mundial petrolera.)

Slocum y Wood enfatizaron el control monopolístico que tienen las gigantes petroleras sobre las refinerías, que les deja aumentar precios al limitar la capacidad de producción de las refinerías. “Es algo semejante a la crisis de energía en California”, dijo Wood, refiriéndose al chanchullo de Enron allí. “Si se limita la capacidad de las refinerías, vuelve más fácil manipular precios”.

Slocum dice que cree que esta es la causa principal de los aumentos repentinos de precios. Notó que las ganancias de las refinerías norteamericanas han subido en un 80 por ciento durante los últimos seis años. El reporte de Public Citizen cita a los resultados de una investigación de la Comisión Federal del Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), que las compañías petroleras a propósito no proveían todo el petroleo que podían al mercado, “porque vender existencias extra les hubiera bajado los precios, así reduciendo ganancias”. Admitió la FTC, agencia siempre favorable a los intereses empresariales, que la estrategia tuvo como fin “maximizar sus ganancias”.

Dean Baker, codirector del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas, dice, “no me sorprendería” si las compañías petroleras “están jugando [con nosotros]”, usando problemas de mantenimiento en las refinerías para crear “muy a sabiendas” para no suministrar gasolina. Wood nota además que las gigantes petroleras utilizan a su control sobre las gasolineras para aplastar a la competencia en cuestión de precios. “Últimamente, los que mandan son los grandes compañías”, dijo.

Pero Baker y Wood también dicen que hay que darnos cuenta de la contradicción que hay entre la creciente demanda mundial del petróleo y los limites verdaderos en la existencia del mismo.

La demanda mundial del petróleo crece por 7 u 8 por ciento anual, y no descubrimos nuevos depósitos petroleros a ese ritmo, dijo Baker.

“El petróleo es un recurso disminuyente, y el gas natural ya llegó a su máximo y solo estará en declinaje”, dijo Wood. Mientras tanto, “vivimos en un mundo donde la demás gente quisiera tener los mismos niveles de vida que tenemos nosotros”, o que anhelamos tener, en EEUU.

EEUU consume una parte desproporcionada de los recursos energéticos mundiales. Los países en vías de desarrollo, como son China, India y Corea, que se están industrializando rápidamente, significan a “más gente por la misma cantidad de petróleo”. Este factor contribuye a los aumentos en el precio del crudo, dice Wood.

En estos momentos ese precio anda por los $66 el barril, un alza de 43 por ciento sobre un año. Wood dijo que los países productores del petróleo tienen sus legítimos intereses nacionales en restringir a veces a la producción y en mantener a los precios altos. En este momento, dijo Baker, los países de la OPEP producen a máximo nivel. En cualquier caso, dijo Slocum, los precios del crudo están determinados en realidad por Wall Street, por los especuladores y por las empresas petroleras.

Pero el crudo solo cuenta por una parte de lo que pagamos en la gasolinera – $66 el barril (40 galones) por el crudo equivale a más o menos $1,60 el galón. La diferencia viene en la refinación y la distribución, ambos bajo control monopolista.

Las soluciones, dicen estos expertos, se encuentran en instituir a la conservación energética, desarrollar fuentes alternativas de energía, y en limitar a la avaricia desmedida de las empresas petroleras.

“Casi todos los secretarios de Estado desde la época del presidente Truman salieron de la industria petrolera, y ahora tenemos a un presidente y vicepresidente” de las grandes petroleras, dijo Wood. La industria petrolera hace contribuciones multimillonarias a los políticos, en su mayoría republicanos, y gasta otros millones en el cabildeo.

Hablando sobre la ley de energía de Bush, medida que acaba de ser aprobada por el Congreso, Wood la calificó como “un reembolso político” a estos contribuyentes de campaña.

Hay que “limpiar casa”, dijo, eligiendo a un Congreso no controlado por la industria petrolera.

suewebb @ pww.org