Sean Bell: qué requiere la justicia

Cincuenta balas. Con una sola bala se puede matar a una persona; imagínate lo que 50 balas le hicieron a Sean Bell, un joven de 21 años, y a sus dos amigos. Lo que le pasó a estos tres jóvenes no armados el 25 de noviembre en Queens, Nueva York, es un horror, una tragedia, y un crimen.

Está bien claro que profundamente algo está muy mal en la ciudad de Nueva York. Lo que hizo la policía esa noche fue indefendible, pero, desgraciadamente, no viene sin precedente. En los últimos años la lista de muertos a balazos a manos de la policía municipal incluye a niños y a mujeres. (¿Recuerdas Eleanor Bumpurs?)

La indignación va más allá de la comunidad afronorteamericana; y así debe ser. Por toda la ciudad la gente se queda asombrada por la violencia de este acto y horrorizada por el hecho de que los que supuestamente deben a defender a la ley y proteger a la gente inocente pueden hacer todo lo contrario.

Sin embargo, está claro que en este asunto los que están aun más preocupados son los afronorteamericanos, latinos, caribeños, africanos, sudasiáticos, árabes y demás pueblos oprimidos por razones de raza. En términos sencillos, en esta ciudad te resulta peligroso ser de piel morena, sobre todo si eres joven y masculino. Y esto tiene que cambiar.

Como han dicho muchos, hay que ir más allá de puro hablar; hace falta la acción. Los llamados por un fiscal especial y a que se aplique la máxima urgencia a la investigación a la muerte de Sean Bell tienen toda razón. ¿Cómo no se pueden exigir medidas de emergencia en tal crisis?

Obviamente, hace falta una investigación muy seria y a fondo del Departamento de Policía de Nueva York, con cambios a sus reglas, a su cultura y a su liderazgo, que todavía llevan rasgos de la administración Guiliani. Ya es el momento de levantar de nuevo el concepto de una Junta Civil de Control con poder real y una capacidad real para hacer efectivas sus decisiones.

Una ciudad multirracial y multicultural de varios millones de habitantes como la es Nueva York exige una categoría especial de policía que sirva, proteja y responda a toda la gente.

Pero el problema va más allá del mismo comisionado o del Departamento de Policía de Nueva York, y eso es porque es un problema sistemático; es el racismo institucionalizado que se encuentra por todas partes en nuestra sociedad, que tiene como resultado a la constante pobreza, al desempleo, a los bajos niveles de educación, a la vivienda de baja calidad, a la segregación y las epidemias de enfermedades curables, nombrando solamente a los más peores efectos.

Y, ¿cómo cambiar a la imagen de los jóvenes afronorteamericanos y latinos como criminales? Hace falta acción a muchos niveles, cambios en la policía, incluso un reclutamiento mucho más vigoroso entre esas comunidades, pero no solamente eso.

Hace falta un sistema de educación pública con pleno financiamiento, para que se queden los niños y las niñas en la escuela hasta graduarse, y graduarse bien capacitados.

Hace falta cambiar a la CUNY, al sistema universitario municipal, para hacerlo más accesible y más alcanzable para los jóvenes de clase trabajadora; como era antes.

Faltan trabajos; trabajos dignos.

Hace falta parar la hemorragia de vivienda asequible; si es que no alcanzas a vivir aquí, ni hay buenos trabajos, ¿qué clase de vida te ofrece la ciudad?

Tenemos a un nuevo gobernador; ya es hora de abolir a las leyes antidrogas Rockefeller, que solo han producido tazas desproporcionadamente altas de encarcelamiento y una atmósfera de sospecha y hostilidad hacia los afronorteamericanos y latinos.

¿Hay soluciones a esta situación? Claro que sí; pero tiene que haber la fuerza de voluntad política para hacerlo y los recursos. Los cambios tienen que ir más allá de la superficie.

No se pueden dejar a estas cuestiones en manos de la directiva actual del departamento de policía, que se ha mostrado o incapaz o indispuesta a cambiar la situación de manera verdadera. Tampoco se le puede dejar al alcalde Bloomberg y a los demás multimillonarios que deciden todo en esta ciudad. Hace falta algún tipo de cumbre del pueblo para desarrollar un plan de acción, con toda clase de presiones masivas y acción para lograrlo.

Elena Mora (emora@cpusa.org) es presidenta del Partido Comunista del Estado de Nueva York.