MOORHEAD, Minnesota — En el estacionamiento de una fábrica se encontraban, un día bonito de septiembre, un empleado del correo, un electricista, un operador de maquinaria pesada y un trabajador de mantenimiento de las vías ferrocarriles dividieron los nombres de miembros de sindicatos que iban a visitar para hablar de las elecciones.
Antes de salir para hacer su trabajo contaron historias como la del tipo que le tiró la puerta en la cara y los otros que decían, “Tenemos que sacar ese hijo de —— Bush”.
Esto es una escena que se está repitiendo a diario en pueblos y ciudades al cruzar el país mientras el movimiento sindical estadounidense emprende Labor 2004, una campaña sin precedencia de trabajador a trabajador con el motivo de sacar a presidente más antilaboral en nuestra vida y reemplazarlo con John Kerry.
“Yo trabajo de 8 a 4, lunes a viernes – horas de banco”, él le dijo a Nuestro Mundo. “Yo dejé eso para trabajar a tiempo completo para la AFL-CIO para movilizar a los votantes”. Edwards, presidente del Local 1333 del sindicato de trabajadores del correo está trabajando largas horas, noches y fines de semana, tocando en puertas y haciendo llamadas “porque el presidente Bush está librando un ataque personal contra los sindicatos”.
Citando las propuestas de Bush para privatizar a las operaciones del correo, Edwards dijo, “Yo estoy luchando par salvar mi empleo y por mi futuro”.
Muchos trabajadores en áreas rurales están preocupados sobre los acuerdos de “libre comercio” que promueve Bush, que le están causando daño a la economía forzando bajar los precios en la agricultura. Edwards también mencionó “la mentiras constante de Bush” que está enojando a todos, desde profesores hasta bomberos. “Él se paró sobre los escombros de 11 de septiembre y dijo, ‘Yo le voy a buscar más bomberos’, pero él nunca lo hizo”.
Desde que empezó trabajar con Labor 2004 al principio de septiembre, Edwards ha estado trabajando seis días a la semana, tocando en puertas en el oeste de Minnesota. Esta es la primera vez que hace semejante cosa.
“Es formidable”, él dijo, “Es tan positivo ver a miembros de sindicatos uniéndose para salvar sus trabajos, salvar su estilo de vida, salvar sus familias”.
Al Pereira pertenece a la Hermandad de Mantenimiento de Vías. Él sufrió una lesión en su pescuezo hace dos años, después de 13 años usar una almádena por 17 años, dándole a anclas para las traviesas de ferrocarriles. Él viene de Hoffman, Minnesota, un pueblito de 670.
“Necesitamos un nuevo presidente”, dijo Pereira. “Él empezó una guerra que nunca debiera, matando a nuestros hijos”. Pereira tiene tres – dos hijos de 16 y 19, y una hija de 23.
“No van a pelear por la m——- de algún político”, él dijo. “No van a matar mis hijos por política”.
Tony St. Michel es un electricista en American Crystal Sugar aquí, igual que oficial de educación para el Local 266 de su sindicato. Él se crió en el pueblo pequeño de Halstad, Minnesota, donde su clase de escuela secundaria tenía 12.
St. Michel ha trabajado en la planta de azucar por 30 años. Ahora está dando gran parte de su tiempo libre para sacar a Bush del puesto.
“Romper las uniones parece que es la meta último de Bush”, dijo St. Michel. Aparte del la persona que uno encuentra de vez en cuanto que “le tira la puerta”, han tenido una buena respuesta yendo de puerta en puerta. Los miembros aprecian lo que están haciendo, dijo él.
“El movimiento laboral está regresando a lo básico”, dijo Mark Froemke, que trabaja en American Crystal Sugar en East Grand Forks, Minnesota. Él es presidente de la región oeste de la AFL-CIO de Minnesota.
Estos días Froemke es coordinador a tiempo completo de Labor 2004 para todo el oeste de Minnesota. Él pasa horas en el teléfono cada noche organizando equipos de sindicalistas.
El baúl de su carro está lleno de volantes de la AFL-CIO de Minnesota subrayando las diferencias entre Kerry y Bush, una caja de cartón grande llena de listas computarizadas con los nombres de miembros de sindicatos en un vecindario. Al lado de cada nombre hay espacios para escribir los temas que cada persona piensa son las más importante en las elecciones y se la persona favorece a Kerry, Bush o Nader.
En un vecindario de clase trabajadora Froemke habla con un hombre con una gorra del sindicato de los tronquistas que estaba echándole agua a unas plantas de tomate. “Jamás podría yo votar por Bush”, dice el ex tronquista jubilado.
En otra casa, cuando St. Michel le pregunta a una mujer si había decidido por quien votar, ella dijo, “Asegúrase que no será por Bush”.
Al oscurecer, Froemke y St. Michel habían hablado con gente en 25 hogares. Unos pocos dijeron que no estaban decididos, y uno o dos no quisieron hablar. Ninguno dijo que estaban apoyando a Bush.
Se puede comunicar con la autora al suewebb@pww.org.
Sindicalistas trabajan para sacara Bush