Primera de dos partes
En un reciente viaje a Latinoamérica, el presidente George W. Bush dijo que la gente tiene que escoger entre “dos visiones opuestas”. Uno, dijo él, “busca gobierno representativo, integración a la comunidad mundial y el poder transformativo de la libertad para los individuos”. El otro, “busca hacer retroceder el proceso democrático de las últimas décadas utilizando al miedo, poniendo a vecino contra vecino, y echándole la culpa a otros por sus propios fracasos de proveer para el pueblo”. Las “dos visiones opuestas” de Bush se refieren al capitalismo norteamericano y al “Socialismo del Siglo 21” de Venezuela.
Después del derrumbe de la Unión Soviética en 1991, declararon el “fin de la historia”. Nos dijeron que el capitalismo había ganado la batalla por la opinión de los pueblos del mundo. Declararon la muerte del socialismo para siempre. Wall Street estaba loco de contento.
Los conglomerados corporativos internacionales se tragaron más y más de las riquezas del mundo y las concentraron en menos manos. La globalización imperialista llegó a ser el paradigma dominante. Después del 11 de septiembre 2001, la militarización unilateral y la ideología de ataques preventivos de Bush presentaron al mundo un nuevo y más peligroso tipo de dominación ultraderechista. El enemigo principal fue el “terrorismo” y estuvimos librando guerra “sin fin” contra este. Atacaron a Afganistán e Irak, mientras que Bush y sus “aliados” disfrutaron de su versión propia de la realidad.
Y luego el presidente Hugo Chávez anunció que Venezuela — el quinto productor más grande de petróleo en el mundo — y sus 25 millones ciudadanos estaban en camino al “Socialismo del Siglo 21”. Desde que Ronald Reagan y sus fuerzas paramilitares neofascistas desataron a un baño de sangre en El Salvador y otros lugares nadie había tomado en serio la idea que la región pudiera una vez más buscar un camino económico alternativo, socialista.
Los periódicos empezaron llamar a Chávez “dictador”. Pat Robertson hizo un llamado por su asesinato. Y un chorro de intelectuales le tacharon a Chávez como un “problema regional,” aconsejando a la administración Bush a “contenerlo”, como una “fiebre desagradable que con tiempo pasa”.
Chávez, que mantuvo relaciones amistosas con la administración Clinton, llegó a la presidencia de Venezuela en 1998, y desde entonces ha utilizado a los miles de millones de petrodólares venezolanos — 13 mil millones solamente durante el año pasado — casi la mitad del presupuesto nacional para programas sociales y médicos esenciales, establecer cooperativas locales de trabajadores, institucionalizar las reformas agrarias, mejorar relaciones regionales e internacionales, iniciar a Telesur (como “alternativa bolivariana” a los medios noticiosos como CNN), y para preparar por cualquier posible intervención imperialista.
En la próxima analizaremos algunos de los aspectos internos del socialismo venezolano para el Siglo 21.
Venezuela: ‘Socialismo para el Siglo XXI’