El Presidente Barack Obama declaró el 30 de marzo que el gobierno retendrá préstamos federales adicionales a largo plazo para General Motors y Chrysler si las compañías, sus acreditares y los sindicatos laborales no ofrecen concesiones. También fue mencionada la posibilidad de una bancarrota controlada para una o ambas de las dos compañías.
En un esfuerzo por animarles a posibles compradores de autos, anunció el presidente que el gobierno federal ofrecerá de inmediato su apoyo a las garantías que reciben los compradores de autos nuevos, buscando asegurarle al público alguna seguridad al comprarse los automóviles norteamericanos a pesar del triste estado de la industria.
En una declaración de la Casa Blanca, dijo Obama que está comprometido en absoluto a la supervivencia de una industria doméstica automotriz que pueda competir a nivel internacional. Y sin embargo, nuestra automotriz no mueva en una dirección positiva con suficiente rapidez.
Subrayan los comentarios de Obama el grado de control que ya tiene el gobierno sobre los dos gigantes automotrices luego de acciones recientes que lo dio una posición determinante en bancos, AIG, Fannie Mae y Freddie Mac.
En una acción sin precedente, durante el fin de semana la administración forzó la renuncia de Rick Wagoner como Ejecutivo en Jefe de General Motors.
La Ford Motor Company no ha pedido préstamos federales de rescate, y no fue incluido in lo que dijo el presidente.
El año pasado, la administración Bush aprobó 17 mil millones de dólares en fondos federales con el propósito de asegurar la supervivencia de GM y Chrysler. A la vez, exigía a ambas compañías planes de reestructuración que iban a ser revisados por la administración Obama. Aunque calificaba sus esfuerzos como insatisfactorios, ofrecía el presidente a General Motors un capital activo suficiente para los próximos 60 días para producir un plan de reorganización aceptable a la administración.
Dijo Obama que la situación de Chrysler es más precaria, y que el gobierno ofrecerá a la compañía un plazo de 30 días para venderse a si misma a Fiat, la compañía automotriz italiana. “Si tienen éxito, consideremos un préstamo de hasta seis mil millones de dólares para ayudarles a realizar su plan”, dijo el presidente.
Vino la acción de Obama luego de una explosión de ira popular sobre los bonos pagados a ejecutivos empresariales y ejecutivos de la AIG en plena crisis económica. Los que critican al presidente dicen que la despedida de Wagoner permite a la administración desviar la atención pública de Wall Street, en donde el Departamento del Tesoro todavía esté hasta el cuello, luchando para encontrar soluciones a los problemas del mercado bursátil. Los detractores de la administración dicen que las acciones tomadas en Detroit dejan a Obama pintarse como “duro” a los ejecutivos corporativos que están arruinando al país sin tener que sacar sangre de los banqueros.
Notan los que defienden a la administración que Obama todavía no ha dado ningún centavo a la AIG. El rescate de TARP [Programa de Rescate de Activos Tóxicos] había pasado bajo el presidente Bush. Dicen ellos que si se regalan fondos adicionales a la AIG o a otros bancos sin exigir garantía ninguna en cambio, solo entonces estarían dispuestos a puntar el dedo.
Hay una salida por adelante para la industria automotriz actual. Más allá de producir coches “verdes” y una variedad de otros vehículos eficientes de combustible, debe haber un reequipamiento para ayudar a cumplir con las inmensas necesidades por el transporte público del país. Ojala que sea esto el sendero que quiera seguir la administración Obama.
Desgraciadamente, la reestructuración suele significar parar la producción, descansando a trabajadores y presionándoles a los que quedan por más concesiones. Y resienten los trabajadores de la industria automotriz otra llamada por ponerse abusados. Resienten oír que solo se pueden resolver la corrupción y la avaricia en Wall Street y la incompetencia de la dirigencia corporativa en Detroit con aplastarlos a ellos y a su sindicato.
Durante décadas, ellos han sido siempre los que pierden. La sangrante industria automotriz los ha robado beneficios, salarios y trabajos.
En su discurso, anunció Obama el nombramiento de un director de rescate para la industria automotriz y sus trabajadores.
Lo que determinará el éxito de cualquier plan gubernamental para la industria no es si sobrevivirá GM o Chrysler como empresas rentables. Más allá de mantener en existencia una compañía determinada, es la responsabilidad del gobierno mantenerles empleados a los trabajadores de la industria automotriz. Recapacitación en si mismo carece de sentido para un trabajador que pregunta, “recapacitarme ¿para qué?”
El pueblo de Michigan necesita mucho más que clases de capacitación y recortes de impuestos.
Se necesita un programa de subsidios gubernamentales para que se reubiquen nuevas industrias a las áreas más afectadas, como es el estado de Michigan.
Las nuevas empresas deben que reocuparles a los trabajadores sindicalizados que han perdido sus trabajos, y deben pagar salarios a nivel sindical a los trabajadores adicionales que ocupan ellos.
Se necesita un esfuerzo masivo para establecer centros de recapacitación para trabajadores que necesitan nuevas habilidades de alta tecnología.
Es imprescindible un programa masivo de trabajos gubernamentales en el área. Pueden incluirse entre estos los trabajos que resultan del nuevo plan nacional de cuidado médico, por ejemplo, u bien, trabajos relacionados a la reconstrucción del transporte público, la infraestructura o numerosas áreas más.
Hace falta asistencia de reubicación para los trabajadores que la necesitan.
Han sido excluidos los trabajadores de las deliberaciones de las compañías automotrices cuando diseñaron estas sus planes de reestructuración.
Han sido excluidos los trabajadores de las deliberaciones de los expertos que aconsejaron a la administración Obama sobre las posiciones que esta debe tomar.
Han sido excluidos los trabajadores de todos los planes de rescate.
La hora de la exclusión ya se acabó.
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