La vuvuzela, la cultura africana y el espíritu del fútbol

SouthAfricaHorns

Las trompetas vuvuzela son destinadas a ser una de las memorias más duraderas de la Copa Mundial 2010 celebrada en Sudáfrica. El nombre de la trompeta proviene de la palabra Zulu "hacer ruido," y en realidad sería difícil imaginar una mejor palabra que esta por esos instrumentos tan fuertes que han estado volando los techos de estadios en Sudáfrica durante las últimas décadas.  Un instrumento similar, la corneta, se usa en Brasil y en otros países latinoamericanos.

La vuvuzela fue creada por miembros de la Iglesia Bautista Nazarena alrededor de 1910. La religión fue fundada por Isaiah Shembe y combine las tradiciones cristianas con las africanas, como se reflejan en la tribu Zulu. Guiados por el sonido de la corneta, cada año los seguidores de Shembe caminan descalzos en un peregrinaje de tres días desde Durban hasta su santa montaña, Nhlangakazi, como homenaje a su padre fundador, que ellos consideran como un profeta africano con poderes extraordinarios de sanación a un nivel superior a  Jesús. Por supuesto, las connotaciones religiosas de la vuvuzela han traído controversias. "El fútbol está tomando placer de Shembe". "Cuando la gente juega a fútbol y oye la vuvuzela, están recibiendo el poder de nuestro espíritu santo," notaba un seguidor.

En realidad, la vuvuzela refleja un espíritu de fútbol en África que resulta difícil contemplar desde los confines tranquilos de Europa o EEUU.  Las trompetas han provocado controversia, pero al negarse a prohibirlas en los juegos, a su crédito, el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, respondió que "no debemos que tratar de pintar con colores de Europa una Copa Mundial africana.  El fútbol africano y sudafricano significa ruido, emoción, baile, gritos y diversión".

Uno puede estar algo ambivalente sobre las trompetas vuvuzela, pero los fabricantes están pagando cuotas a la iglesia de Shembe por el uso de su invento tan único, y hasta algunos de mis amigos mejor educados logran encontrar ocasiones para tocarlas con gran alegría a todo momento. 

A la otra mano, durante la partida entre Ghana y Australia, yo vi una escena extraordinaria.  Estaba en medio de aficionados de las dos selecciones: los Australianos, casi todos blancos, y los de Ghana, casi todos morenos. Vi a un muchachito de ocho u nueve años en frente de mí, fastidiado por la acción en el campo de juego pero fascinado por la muchedumbre a su rededor.  El niño llevaba puestos lentes oscuros gigantescos, una gorra makarapa con los colores de Ghana, y tenía una trompeta vuvuzela en la mano. Sus papás, blancos sudafricanos, gritaban por Ghana. Durante la primera parte de la partida, los papás se ponían de pie o gritaban con la acción en el campo de juego. El muchacho miraba inatento. Más tarde, llegaron unos aficionados locales y ocuparon los asientos directamente debajo de él, unos con vuvuzelas que tocaban con gran ánimo. Cuando se tocaban las trompetas vuvuzela, el grupo de aficionados de Ghana se puso animado.  Algunos de los hombres tocaban sus tambores, comenzaban las mujeres a bailar. El muchacho miraba a su papá, que lo señaló que estaba bien, y el niño se unía al coro y tocaba su vuvuzela. Y, para no darse de vencidos, los aficionados australianos también tocaban sus vuvuzelas y gritaban por su propia selección. Por la próxima hora el niño estaba bien animado gozando de la vida. Al terminarse la partida dudo que el niño supiera el resultado, pero se divirtió como nunca.  Había compartido con su papá y su mamá uno de los momentos brillantes de esta vida: una partida de fútbol de la Copa Mundial 2010 en un día que recordar para siempre.

Aunque a los africanos solo les queda una selección, las Estrellas Negras de Ghana, en esta Copa Mundial, y aunque yo tenga muchos enlaces con Ghana por parte de varios amigos y familiares, como afronorteamericano voy estar gritando por EEUU contra mar y viento. Voy a gritar y tocar mis vuvuzelas a todo dar esta tarde en apoyo a nuestra selección. Va ser una batalla difícil para la selección norteamericana, pero gane quien gane, que siguen los juegos.