NUEVA YORK – Cientos de miles de manifestantes llenaron las calles de esta urbe el 22 de marzo para protestar la guerra en Irak. La gigantesca protesta, que tomó lugar solo dos días después del empezar la guerra, era prueba de que el movimiento de paz, llamado por muchos “el otro superpoder mundial”, está fuerte y creciendo incluyendo en esta ciudad que sufrió los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El uso del gobierno federal de los ataques terrorista del 11 de septiembre como excusa para hacer guerra contra Irak fue denunciada por muchos de los líderes laborales, religiosos y comunitarios que encabezaron la marcha en una rueda de prensa antes de la actividad.
Colleen Kelly, una líder del grupo Familias del 11 de Septiembre para un Mañana de Paz, dijo, “nunca ha habido evidencia concreta de que las dos cosas están conectadas ... pero la administración Bush las ha conectado emocionalmente usando los sentimientos válidos que tiene la gente sobre el 11 de septiembre de una manera injusta. No queremos que pase en ningún otro sitio lo que pasó aquí el 11 de septiembre”. Kelly perdió su hermano en las Torres Gemelas.
Leslie Cagan, copresidenta de Unidos por la Paz y Justicia, la coalición que organizó la manifestación, dijo, “Estamos horrorizados y ultrajados que la administración Bush ha lanzado un ataque tan masivo contra Irak. Los neoyorquinos unimos nuestras voces al movimiento global por la paz. El bombardeo tiene que parar”.
Wilfredo Larancuent, un vicepresidente internacional del Sindicato Unido de la Industria de la Aguja y Textil (UNITE por sus siglas en inglés) que encabeza la campaña del sindicato para organizar a las lavanderías industriales Cintas, dijo “nuestros jóvenes dan su sangre mientras que las corporaciones norteamericanas obtienen el petróleo de Irak. Esto no es una guerra para la protección del pueblo norteamericano. Irak no era un peligro a nosotros”. Larancuent señaló las contradicciones del creciente desempleo, los recortes profundos presupuestarios, y los recortes de impuestos para los ricos, mientras que el gobierno federal gasta miles de millones en guerra”.
Luis Garden Acosta, presidente de El Puente, una organización comunitaria de Brooklyn, dijo que la juventud no acepta la guerra y “El Papa dice que esta guerra es ilegal, injusta e inmoral”.
Bob Edgar, secretario general del Consejo Nacional de Iglesias, habló de la velocidad sin precedencia con la cual la comunidad religiosa ha salido en contra de la guerra y enfatizó respaldar a las tropas a través de no apoyar la guerra. “La mejor manera de apoyar a nuestros hombres y mujeres jóvenes en los servicios armados es trayéndolos a su país”, dijo él. Muchos otros líderes religiosos marcharon, incluyendo de congregaciones judías y musulmanes.
Manifestantes de todas las razas, edades y una amplia gama de punto de vistas políticos llenaron más de 40 cuadras de las calles de Manhattan. La gente se oían voceando, “Nueva York dice no a la guerra” entre otros lemas en la marcha que duró por más de cuatro horas. Abuelas marchaban al lado de estudiantes universitarios y bebes en coches; individuos y grupos pequeños de amigos y compañeros de trabajo marchaban con contingentes grandes y bien organizados.
El congresista demócrata por Nueva York Charles Rangel dijo, “no se ha presentado evidencia al Congreso de que Irak está conectado con los acontecimientos del 11 de septiembre. Nosotros apoyamos a nuestras tropas, pero no apoyamos al presidente”. Rangel estaba acompañado por el representante Major Owens, demócrata por Nueva York, y varios otros oficiales electos del estado y la ciudad.
Uniéndose a ellos al frente de la marcha estaban dirigentes del movimiento sindical de Nueva York, incluyendo a Roger Toussaint, presidente del Local 100 del Sindicato de Trabajadores del Transporte; Santos Crespo, vicepresidente del Consejo del Distrito 37 de la Federación Norteamericana de Empleados de Estados, Condados y Municipios; Bob Masters, director de acción política del Distrito 1 de los Trabajadores de Comunicación de Norteamérica y copresidente del Partido Familias Trabajadoras; y Gerald Hudson, vicepresidente ejecutivo del Local 1199, la unión laboral de empleados de hospitales y salud afiliada con el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios. Rita Haley, presidenta de la sección de Nueva York de la Organización para la Mujer; Eli Pariser de MoveOn.org; y Mónica Tarazi, directora de Nueva York para el Comité Árabe-Norteamericano Contra la Discriminación también formaron parte del contingente encabezando la marcha.
Sam Webb, presidente nacional del Partido Comunista, marchando con un contingente de su colectividad política dijo, “las reclamaciones de la manifestación – paren la guerra ahora, regresen las tropas a su tierra y dinero para necesidades humanas y no para la guerra – pueden unir la mayoría del país contra la política de la Casa Blanca”. Estos temas además del coraje – y burlas – contra la administración Bush fueron expresadas en una gran variedad de letreros y pancartas y en las entrevistas con los participantes.
Lee Gough, en representación de las Familias Militares Hablan, un grupo de familiares de soldados activos, habló del maltrato de la administración Bush hacia los veteranos. La administración está proponiendo recortes en los programas para los veteranos. “Treinta por ciento de los veteranos están desamparados. Nuestro presidente ilegítimo, los representantes electos y los medios de comunicación nos han fallado”.
“Para la administración Bush afirmar ‘devoción a la patria’ es un macabro uso del patriotismo. Yo respaldo a los soldados, no al presidente – él se robó las elecciones”, dijo Eva Woodbrey Leachman, afiliada al Local 600 de Obreros Automovilísticos Unidos.
“Es importante que todos expresen su oposición ... el dinero lo están cogiendo de la estructura social – educación, [y] cuido médico. Están subiendo la matrícula universitaria. Y la gente están muriendo. Esto es innecesario. Las acciones de Bush están poniendo a los norteamericanos en peligro ... Si la política estadounidense está mal, es nuestro deber cambiarla”, dijo Jack Arnow, del sindicato de los profesionales de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
Tony Pecinovsky contribuyó a este artículo. Se puede comunicar con la autora al emora@cpusa.org
Reclaman la paz en Nueva York